Esta clasificación es el resultado de una serie de evaluaciones numéricas y cualitativas sobre las características distintivas de cada Gran Premio. En efecto una cosa es frenar en la fría Silverstone, donde el año pasado las pruebas se realizaron con una temperatura del asfalto de 16 grados.
Otra cosa es correr a principios de junio en la cálida Barcelona, donde en las 4 últimas ediciones el asfalto alcanzó los 45 grados con picos de 54 grados. En tal caso el problema es opuesto, es decir que hay dificultades para enfriar los frenos de carbono que se acercan peligrosamente a los 800 grados centígrados.
Es evidente que también la conformación de las pistas tiene un papel importante: si bien casi todos los GP tienen aproximadamente el mismo kilometraje, hay carreras, como aquella de Misano Adriatico, donde los pilotos utilizan los frenos casi 300 veces y otras, como el GP de Tailandia en Buriram, donde las frenadas son solo poco más de 180.
En cambio, en otras pistas se frena el mismo número de veces en cada vuelta pero la longitud de la pista es diferente y los pilotos en total tienen que efectuar un número diferente de frenadas: Aragón, Brno y Sepang tienen 11 frenadas en cada vuelta, pero en la primera pista se dan 23 vueltas, en la segunda 21 y en la tercera 20. Por lo tanto, en el GP de Aragón el total de frenadas es 253 y en el GP de Malasia son “solo” 220.