Después de la larga pausa invernal, el Campeonato del Mundo de Superbike inicia en el legendario Phillip Island Grand Prix Circuit. Del 22 al 24 de febrero, el circuito australiano alberga la 1ª cita de la temporada. Este circuito, inaugurado en diciembre de 1956, acoge las carreras del Mundial de Superbike desde 1990. Con 55 carreras celebras, es el circuito que más se utiliza en el Mundial de Superbike y el único de todo el hemisferio austral.
La opción de poder correr en febrero, siendo pleno verano, garantiza a los pilotos temperaturas superiores a las que tendrán los del MotoGP. En 2015, las carreras se disputaron con 30 y 31 grados (temperatura del aire), en 2016 con 22 grados y en 2017 había 24 grados en Carrera 2. Naturalmente la temperatura del asfalto era mucho más alta: en el último 4 años no bajo nunca de los 29 grados, llegando a picos de 44 grados.
Según los técnicos de Brembo que se relacionan con los 15 pilotos del Mundial de Superbike, el Phillip Island Grand Prix Circuit es el circuito más fácil de todos para los frenos. En una escala de 1 a 5 se merece un índice de dificultad de 1, igualado solo por la pista de Assen.