Frenos F1 vs. Formula E: más potente no siempre significa mejor

09/07/2019

 ¿Qué ocurriría si invirtiéramos los sistemas de frenos que se están utilizando actualmente en Fórmula 1 y Fórmula E? ¿Cuál de los dos monoplazas saldría ganando?

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En los deportes de motor, estamos acostumbrados a la idea de que «más» es «mejor»: un motor más potente es mejor, al igual la huella de un neumático es mejor cuanto más grande. Sin embargo, en los sistemas de frenos no siempre es así, ya que la potencia máxima es solamente una de las variables que determinan la frenada perfecta.​

Para demostrar esta teoría, hemos pensando en realizar un intercambio imposible. ¿Qué ocurriría si invirtiéramos los sistemas de frenos que se están utilizando actualmente en Fórmula 1 y Fórmula E? ¿O, mejor dicho, si pusiéramos el sistema de frenos de la Fórmula E en los coches de la Fórmula 1 de este año y, luego hiciéramos la operación inversa?​


 


 

Las diferencias de construcción​

Las diferencias entre los dos sistemas son efectivamente notables: los coches de Fórmula 1 utilizan discos de 32 mm en el eje delantero, de 28-32 mm en el trasero y pastillas de 22 mm en el delantero y de 17 mm en el trasero. Los discos disponen de hasta 1.480 orificios de ventilación de 2,5 mm de diámetro cada uno.​

Sin embargo, en Fórmula E, los espesores de los discos y las pastillas son menores porque el material de fricción está sujeto a un menor consumo: discos de 24 mm en el delantero y 20 mm en el trasero; pastillas de 18 mm en el delantero y de 16 mm en el trasero. Tienen unos 70 orificios de ventilación en los discos delanteros y 90 en los traseros.​


 

El efecto del intercambio​

En contra de lo que podría pensarse, ninguno de los coches se beneficiaría de este intercambio: tanto el sistema de frenos de la Fórmula E, como el de la Fórmula 1, están estudiados para optimizar el diseño y el peso en función de las características específicas de cada coche. ​

Los monoplazas de Fórmula 1 tienen un peso mínimo, incluido el piloto, de 733 kg (además del peso del combustible, que es de unos 100 kg al principio de la carrera), mientras que los coches de la Fórmula E, debido a las baterías que constituyen un 43% de la masa total, no pesan menos de 900 kg. Además, en Fórmula E, la huella de los neumáticos es inferior en más de 40% a los de la Fórmula 1.​


 


 

De la Fórmula E a la Fórmula 1 ​

El sistema de Fórmula E, montado en los coches de Fórmula 1, no garantizaría las mismas prestaciones de frenado; sobre todo, por lo que respecta a la distancia y a los tiempos de frenado. Un monoplaza actual de Fórmula 1 puede reducir su velocidad en 200 km/h en casi 110 metros de frenada, que recorre en poco menos de 2 segundos. Si montásemos el sistema de Fórmula E en un Fórmula 1, estos valores aumentarían.​

En segundo lugar, al tener unas dimensiones insuficientes, el sistema de la Fórmula E se expondría a un rápido sobrecalentamiento. Lo que significaría consumir rápidamente el material de fricción que, por otro lado, en la Fórmula E, está calibrado para carreras de corta duración. En resumen, los coches de Fórmula 1 no solo no podrían desacelerar aprovechando al máximo el grip de los neumáticos, también se encontrarían con los frenos en condiciones críticas al cabo de pocas curvas. ​


 

De la Fórmula 1 a la Fórmula E​

Imaginando el supuesto contrario, es decir, pasando el sistema de frenos de un Fórmula 1 a un Fórmula E, los efectos serían dinsfuncionales. En este caso, los monoplazas eléctricos dispondrían de un sistema de frenos ampliamente sobredimensionado. Lo que significa que, al disponer de una potencia de frenado muy superior a la necesaria para la Fórmula E, es muy probable que al sistema le costara alcanzar su temperatura mínima de funcionamiento. ​

De hecho, con temperaturas muy bajas, el carbono con el que están realizados los discos y las pastillas destinados a la Fórmula 1 no garantiza la correcta generación de fricción, comprometiendo las prestaciones de la frenada. Además, en condiciones parecidas, el material de fricción corre el riesgo de vitrificarse (grazing) y reducir la eficacia de la frenada. Sin olvidarnos de que la acción mecánica de las pastillas en los discos “fríos” causaría un alto desgaste mecánico. ¿El resultado? Parecido al de antes: se comprometen peligrosamente las prestaciones y hay un rápido desgaste. ​


 

¿Y el futuro?​

De momento no podemos saber cómo evolucionarán los sistemas de frenos de la Fórmula 1 y de la Fórmula E en los próximos años. Aunque podemos intuir que se irán reduciendo gradualmente las diferencias entre los dos sistemas. Lo único que sabemos es que Brembo seguirá utilizando los datos que recoge en los circuitos para garantizar una conducción cada vez más segura, cómoda y placentera en carretera. Así ha sido con la Fórmula 1 y así será con la Fórmula E.​