Todo esto ya es realidad en Estados Unidos gracias a la NASCAR Cup Series, un campeonato en el que participan unos cuarenta pilotos, que luchan de febrero a noviembre durante 36 carreras con coches muy pesados (1.540 kg aprox., el doble de los monoplazas de F.1), fabricados por 3 marcas fabricantes (Chevrolet, Ford y Toyota).
Esta última temporada de la NASCAR Cup Series la ha ganado Martin Truex Jr. del equipo Furniture Row Racing, que ha utilizado sistemas de freno Brembo durante todo el campeonato
El reglamento técnico, fiel a la tradición, impone un chasis de acero tubular con arco de protección (roll-bar), motor V8 de 5.860 cc, cambio manual de 4 velocidades, combustible y neumáticos iguales para todos, una longitud de 5,3 metros y un ancho de 1,94 metros. Estéticamente no difieren mucho de los ejemplares que corrían en la Nascar durante los años setenta.
Nada ver que los monoplazas de Fórmula 1, pero tampoco con los coches que corren en los campeonatos GT disputados en el resto del mundo, desde el DTM al Mundial Endurance (Fia WEC). Pero, esto no significa que los coches de la NASCAR Cup Series estén antiguados ya que, para las zonas permitidas por el reglamento, los equipos realizan infinidades de estudios y pruebas en el túnel del viento. La velocidad de punta es esencial en los ovales.
Pero lo más sorprendente, para alguien que no conoce la NASCAR Cup Series, es la atención que se dedica a los sistemas de frenos, tanto en términos de construcción como en los modos de uso.
La edición 2017 de la Nascar Cup Series se la adjudicó Martin Truex Jr, precisamente con frenos Brembo. En las 36 pruebas de la temporada, su Toyota (del equipo Furniture Raw Racing) ha utilizado diferentes tipos de discos, pinzas y pastillas de freno en función del trazado.
Por eso, queremos aclarar 5 falsas leyendas relacionadas con los frenos de este campeonato.