El último tercio del Mundial de MotoGP parte con el GP de San Marino y de la Riviera de Rímini, previsto para los días del 13 al 15 de septiembre en el Misano World Circuit Marco Simoncelli.
Situado a unos veinte kilómetros de Rímini y a un par de kilómetros del mar Adriático, desde 2012 lleva el nombre del piloto que hace ocho años perdió la vida en Sepang.
El autódromo de Misano fue diseñado en 1969. A lo largo del tiempo, la pista ha sido modificada varias veces hasta llegar en 2008 a su configuración actual de 4.226 metros.
En este trazado también se disputa el Mundial de Superbike, pero, a pesar de utilizar la misma configuración, el uso de los frenos es diferente: la mayor diferencia se encuentra en el Curvone (curva 11) ya que los pilotos MotoGP están obligados a tocar el freno (1,3 segundos) para perder unos cincuenta km/h, mientras que los de Superbike pueden entrar a tope ya que van a menor velocidad.
Naturalmente, la distancias de frenada de las MotoGP también son menores gracias a los frenos de carbono, que en Superbike están prohibidos por el reglamento. Sin embargo, esto requiere un mayor esfuerzo a los pilotos de MotoGP cada vez que tiran de la maneta del freno.
La tortuosidad extrema del circuito impide alcanzar, ni siquiera por un momento, los 300 km/h. Aunque, al tener 5 curvas en las que se debe entrar necesariamente a un máximo de 90 km/h, las desaceleraciones son bastante notables.
Otro problema, en términos de refrigeración de los sistemas, es la temperatura ambiental: durante la carrera de 2016, la temperatura del asfalto era de 43 grados.