Del 2 al 4 de septiembre se celebra en el circuito de Monza la 14ª prueba del Mundial de Fórmula 1 de 2016.
Universalmente conocido como el “Templo de la velocidad”, el Autódromo de Monza se construyó en 1922 para celebrar el Gran Premio de Italia —hasta esa fecha se disputaba en el circuito semipermanente de Montichiari. En los años Setenta, para limitar las prestaciones de las monoplazas, se introdujeron 3 chicanes, bautizadas Varianti (variantes).
El trazado de Monza pone a dura prueba el sistema de frenos de los monoplazas. Las largas rectas y la ausencia de carga aerodinámica, que reduce la posibilidad de descargar eficazmente el par de frenado al suelo, dan lugar a unas apuradas de frenada muy bruscas y difíciles de gestionar.
Según los técnicos Brembo, que han clasificado las 21 pistas del Mundial utilizando una escala de 1 a 10, el circuito de Monza se encuentra en la categoría de los más difíciles para los frenos. Este circuito histórico italiano se ha merecido un índice de dificultad de 8, curiosamente idéntico al valor obtenido por
Sochi, la pista más reciente del campeonato del mundo.