Tras un largo descanso estival, el campeonato de MotoGP arranca motores para su 10ª cita de la temporada, programada del 2 al 4 de agosto en el Automotodrom Brno, de la República Checa.
Este circuito, que lleva el nombre de Tomas Masaryk, fundador y primer Presidente de Checoslovaquia, se renovó en 1987. Con sus 5.403 metros de longitud, es el cuarto circuito más largo del Campeonato del Mundo.
Las rectas son bastante cortas: van desde los 35 metros de longitud hasta los 636,56 metros de la recta de meta.
A pesar de las 14 curvas (8 a la derecha), la media de la vuelta es casi idéntica a la que se registra en Losail (Qatar), donde las MotoGP alcanzan velocidades superiores a los 350 km/h.
Desde el segundo hasta el quinto km, el trazado se caracteriza por sus grandes pendientes: el punto más bajo tiene una altitud de 376 metros sobre el nivel del mar, mientras que el más alto se encuentra a 450 metros.
Obviamente, todo esto influye en la frenada, porque una cosa es desacelerar una moto en llano, y otra es hacerlo al final de una bajada.
Otra variable son las condiciones ambientales: la temperatura del asfalto en 2018 llegó a 48 grados, mientras que en 2016, a causa de la lluvia, descendió a 24 grados.
Así que, dependiendo de la situación, los pilotos tendrán que preocuparse por evitar la vitrificación de los materiales de fricción o el exceso de sobrecalentamiento.