Hace exactamente 30 años se produjo la última victoria de una moto no equipada con frenos de Brembo en primera clase: desde entonces, más de 510 victorias consecutivas para Brembo entre 500cc y MotoGP.

Ganar no significa vencer a los demás, sino superarse a uno mismo.
Así lo creía el quarterback Roger Staubach, una de las leyendas de los Dallas Cowboys de la NFL, la mejor liga de fútbol americano del mundo, allá por los años 70..


Para Brembo, ganar nunca ha sido suficiente. Desde su entrada en el mundo del motorsport hace 50 años, la empresa no ha dejado de superar límites, invirtiendo sin descanso en la innovación de sus productos y procesos de fabricación.

Este enfoque previsor ha permitido a Brembo explorar nuevos caminos, desarrollar soluciones de vanguardia y superar retos técnicos, que otros consideraban insuperables.

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Lo imbatible

Esta filosofía ha llevado a un logro extraordinario: en los últimos 30 años, todos los Grandes Premios de la primera clase de motociclismo -primero la categoría de 500cc, sustituida por MotoGP en 2002- han sido ganados por motos equipadas con sistemas de frenos de Brembo.

Una racha de victorias sin precedentes en la historia del motoGP, con más de 510 Grandes Premios ganados consecutivamente por motos equipadas con frenos de Brembo.

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El inicio de la racha de victorias

Para encontrar una carrera de la categoría primera clase ganada por una moto que no utilizara frenos de Brembo, hemos de remontarnos al GP de Alemania, celebrado el 21 de mayo de 1995 en Nürburgring. En la pole estaba Mick Doohan (Honda con frenos de Brembo), acompañado en la primera fila -entonces compuesta por cuatro motos en lugar de las tres actuales- por Luca Cadalora (Yamaha con frenos de Brembo), Daryl Beattie (Suzuki) y Loris Capirossi (Honda con frenos de Brembo).


Alberto Puig (Honda con frenos de Brembo), que solo se había clasificado 8º, se había adelantado en la primera curva. Le siguieron Capirossi, Beattie y Cadalora. A mitad de la primera vuelta, Beattie se puso en cabeza y rápidamente se distanció del grupo, liderado al final de la segunda vuelta por un Doohan que se recuperaba.


Al comienzo de la quinta vuelta, Doohan se puso en cabeza, solo para perderla de nuevo a manos de Beattie en la séptima vuelta tras casi chocar. Doohan recuperó el liderato en la octava vuelta, pero se estrelló en la siguiente. A partir de ahí, Beattie solo tuvo que gestionar su importante ventaja. El australiano cruzó la línea de meta con una diferencia de 9,874 segundos sobre Cadalora.

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Aquel GP de Alemania del 21 de mayo de 1995 fue la última vez que una moto sin frenos de Brembo ganó una carrera de la categoría reina. La racha de victorias comenzó poco después, el 11 de junio de 1995, en Mugello (Italia), con Doohan de nuevo triunfante, habiendo conseguido ya 21 victorias con su Honda 500, gracias en parte al freno de pulgar desarrollado por los ingenieros de Brembo tras su grave accidente en Assen (Holanda).


La temporada de 1995 terminó con ocho victorias de motos equipadas con Brembo, y en 1996, por primera vez en la historia, Brembo consiguió el 100% de las victorias en la categoría de 500cc. En aquella época, solo unos pocos equipos utilizaban componentes de frenado de Brembo.


Sin embargo, con el paso de los años, las continuas mejoras de rendimiento ofrecidas por Brembo se tradujeron en una ventaja competitiva cada vez mayor que convenció a cada vez más equipos y pilotos.

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Dos eras distintas

En realidad, las tres décadas de dominio de Brembo pueden dividirse en dos eras distintas: de 1995 a 2015, cuando solo una parte de la parrilla de primera clase utilizaba frenos de Brembo; y de 2016 en adelante, cuando todos los equipos de la parrilla optaron por sistemas de Brembo.


Este acuerdo de suministro exclusivo no viene impuesto por ninguna normativa, sino que es el resultado de decisiones individuales de los equipos, impulsadas por el reconocimiento de que los componentes de Brembo ofrecen una combinación inigualable de rendimiento, fiabilidad, seguridad y eficiencia.


Esta concienciación creció a lo largo de las dos décadas anteriores, durante las cuales los equipos que optaron por sistemas de frenos alternativos no consiguieron ganar ni un solo Gran Premio de la categoría reina.

Ese evidente cero dejó claro, incluso para los más escépticos, que tanto en 500cc como en MotoGP, los sistemas de frenos eran un factor de rendimiento decisivo, especialmente para aquellos que podían confiar en la superioridad técnica de Brembo.

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Lo mucho que ha cambiado desde 1995

Merece la pena destacar lo mucho que ha cambiado el mundo en 30 años: la población mundial no llegaba a los 5800 millones y solo el 0,4% tenía acceso a Internet. La PlayStation (1) fue la consola de videojuegos más popular, mientras que las listas musicales estuvieron encabezadas por Mariah Carey, TLC y Boyz II Men. En el cine, Bruce Willis dominaba con Jungla de Cristal: Con una venganza.


El MotoGP también era muy diferente entonces. El Campeonato del Mundo solamente contaba con máquinas de dos tiempos, divididas en las categorías de 125cc, 250cc y 500cc. La temporada incluía solo 13 Grandes Premios, comprimidos en poco más de seis meses: desde el último domingo de marzo hasta el segundo de octubre.


Durante dos décadas, el Campeonato del Mundo de 500cc había sido una batalla entre los fabricantes japoneses -Honda, Suzuki y Yamaha-, aunque Cagiva (un proyecto próximo a su fin) y Aprilia (que acababa de empezar) también estaban en la parrilla. El dominio actual de Ducati en la categoría reina era inimaginable en aquel momento.


El título de 500cc había sido un tira y afloja entre pilotos estadounidenses y australianos durante más de una década, una tendencia que se mantendría hasta la irrupción de Alex Crivillé en 1999.


Los sistemas de frenos ya los proporcionaba Brembo, pero eran drásticamente diferentes de los actuales. Las pinzas seguían siendo axiales, ya que nadie se había atrevido a imaginar una pinza radial para motos. Eso cambió en 1998, gracias a la determinación de los ingenieros de Brembo, con el debut de la primera pinza radial en una Aprilia 250.


Los discos de freno, aunque ya eran de carbono, tenían un diámetro máximo de 320 mm, considerado suficiente en aquella época para domar motos agresivas y revoltosas, pero lejos de alcanzar los 190 CV o superar los 300 km/h de velocidad máxima.


Treinta años después, el mundo se ha transformado hasta volverse irreconocible, pero Brembo sigue siendo una constante.