En tan solo unos meses, los monoplazas de Fórmula 1 de 2026 darán sus primeros pasos en pista, con una sesión de pruebas privadas en Barcelona. Será el inicio de una nueva era técnica, profundamente distinta a la actual, con cambios radicales tanto en la aerodinámica como, sobre todo, en la configuración de las unidades de potencia.

La nueva normativa exigirá que el motor eléctrico genere la mitad de la potencia total del sistema, marcando una evolución significativa. Sin embargo, aún persisten interrogantes: muchos aspectos siguen en fase de definición y dependen de variables que todavía no están completamente aclaradas, creando una reacción en cadena que afecta a otras áreas del monoplaza.

 

Este profundo cambio reglamentario ha hecho que los últimos meses hayan sido extremadamente intensos para Brembo, que está trabajando con cada equipo para desarrollar componentes a medida de las características de sus coches.

 

La nueva generación de monoplazas representa un terreno fértil para la innovación: por un lado, introduce desafíos inéditos para los sistemas de frenado; por otro, ofrece a los diseñadores nuevas oportunidades para replantear la arquitectura del coche.

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Reglamento 2026: el mayor impacto en los frenos desde 2014

Hoy en día, los frenos de los monoplazas de Fórmula 1 se han vuelto increíblemente potentes y fiables, gracias a un continuo proceso de evolución en el que Brembo ha sido un protagonista incansable a lo largo de sus 50 años en el motorsport. Sin embargo, los cambios reglamentarios que llegarán en la temporada 2026 influirán de forma significativa en las elecciones de los equipos. Entre los factores clave que afectarán al diseño de los frenos se encuentran el aumento de la regeneración de energía del MGU-K, los neumáticos más estrechos y la aerodinámica activa.

 

La forma en que cada equipo colabore con los ingenieros del Grupo Brembo —que volverán a suministrar el próximo año a los 11 equipos de la parrilla con soluciones de frenado Brembo o AP Racing (la compañía británica especializada en frenos y embragues para competición, parte del Grupo Brembo)— para desarrollar un sistema que equilibre las exigencias de estos y otros aspectos será determinante para definir qué coche será el más rápido desde el inicio… y quién tendrá que ir a remolque.

El reglamento de 2026 representa, probablemente, el cambio más significativo en la tecnología de frenado de la F1 desde el inicio de la era híbrida en 2014. La llegada de la propulsión híbrida introdujo la frenada regenerativa y el brake-by-wire, haciendo que el sistema de frenado trasero fuera mucho más complejo.

 

Incluso en 2022 hubo actualizaciones, como el paso a llantas de 18 pulgadas y discos más grandes, pero nada comparable a la revolución de 2014… ni a la que se espera para el próximo año.

En aquel momento, el desafío consistía en integrar la frenada regenerativa con la disipativa. Hoy, Brembo está muy preparada en ese ámbito, pero persisten incertidumbres en los puntos clave de la evolución reglamentaria en curso.

 

Si en 2014 el cambio fue principalmente tecnológico, en 2026 será más estratégico: comprender cómo aprovechar al máximo las nuevas normas llevará tiempo, y no todos los equipos encontrarán enseguida la solución óptima.

¿Qué cambiará con la llegada de los nuevos monoplazas en 2026?

En lo que respecta a los discos de freno, los principales cambios reglamentarios afectan a sus dimensiones. Los discos delanteros podrán ser ahora más grandes (con un aumento de 15 mm en el diámetro máximo), mientras que los discos traseros mantendrán el diámetro máximo actual, pero tendrán un espesor máximo de 34 mm (frente a los 32 mm hasta 2025). El diámetro mínimo de los orificios de ventilación de los discos también se reducirá, pasando de 3 a 2,5 mm.

 

En cuanto a las pinzas de freno, el reglamento 2026 ofrece una mayor flexibilidad de diseño. Antes, cada pinza podía contar con hasta seis pistones, mientras que ahora podrán equiparse con un número variable de pistones, de dos a ocho, y hasta cuatro pastillas. También se ha revisado el sistema de montaje, permitiendo hasta tres puntos de fijación.

 

Además, el sistema de frenado trasero deberá ser capaz de proporcionar 2500 Nm de par de frenado a cada rueda trasera sin asistencia de la unidad de potencia. Este objetivo de par deberá alcanzarse con una presión máxima de 150 bar en la pinza, y la presión hidráulica en el sistema de frenado trasero no podrá superar 1,2 veces la presión aplicada por el piloto.

Estos cambios responden a los nuevos requisitos técnicos ligados a la evolución de los monoplazas, en particular al aumento de la potencia del MGU-K, que pasará de 120 a 350 kW; esto supone casi triplicar la energía regenerada, ayudando a desacelerar aún más las ruedas traseras.

 

El sistema de frenado delantero no cambiará tanto como el trasero. El diámetro del disco aumentará solo ligeramente, principalmente para ofrecer un mayor margen respecto a la situación actual y para acompañar la evolución de las prestaciones del coche, que será significativamente más rápido.

 

¿Cuánto más potentes deberán ser los frenos delanteros?
«Es difícil de decir», afirma Almondo, Chief Operating Officer de Brembo Performance. «Pero quizá un sistema aproximadamente cinco por ciento más generoso no esté lejos de lo que veremos».

Los mayores cambios afectarán a los frenos traseros.

La mayor regeneración del MGU-K reducirá la carga de trabajo de los frenos hidráulicos traseros. Su redimensionamiento irá hacia discos mucho más pequeños respecto a las especificaciones actuales, dejando al MGU-K la responsabilidad principal de desacelerar el coche.
Sin embargo, no siempre será posible reducir tanto los frenos traseros. En determinadas condiciones, las baterías se saturarán rápidamente y el esfuerzo de frenada necesario en el eje trasero seguirá siendo considerable.

 

El diámetro mínimo del disco trasero será de 260 mm, mientras que el máximo se mantiene en 280 mm. Esto ofrecerá más opciones de dimensionamiento que en la actualidad.

En conjunto, es probable que en 2026 veamos elecciones más extremas para los discos de freno traseros, con el objetivo principal de ahorrar el máximo peso posible, suponiendo que en la mayoría de los casos la frenada en el eje trasero será generalmente menor. Aun así, el redimensionamiento deberá tener en cuenta los escenarios en los que el estrés es mayor. Brembo prevé que en determinadas curvas de ciertos circuitos los frenos traseros podrían no utilizarse en absoluto, mientras que en otros trazados estarán sometidos a un gran esfuerzo.

 

Los requisitos de recuperación de energía y las estrategias aplicadas por los equipos también podrían influir en cómo se evalúan los circuitos en cuanto a la exigencia de frenado: pistas muy duras con los frenos hoy podrían volverse menos críticas, y viceversa.

Las pinzas traseras no tendrán restricciones dimensionales similares, por lo que podrán adaptarse a las necesidades específicas de cada monoplaza.

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«Larga vida» a los frenos traseros

Como se adelantó en el párrafo anterior, Brembo prevé que los sistemas de frenado trasero podrían ser hasta un 20% más pequeños.

 

La proporción de la frenada total del eje trasero gestionada eléctricamente será mucho mayor en 2026, pero esto no significa necesariamente que el tamaño de los frenos traseros pueda reducirse de forma tan significativa.

Seguirá habiendo escenarios en los que, por motivos de rendimiento, será necesario encontrar un equilibrio entre la frenada hidráulica y la regenerativa. Mucho dependerá de la estrategia de regeneración, que evolucionará a medida que los equipos comprendan mejor las nuevas unidades de potencia.

 

Otro cambio reglamentario se refiere al espesor de los discos traseros, que podrá aumentar hasta un 6%, lo que permitirá un mayor número de orificios de ventilación. Actualmente, un disco trasero contiene unos 900 orificios, mientras que un disco delantero tiene algo más de 1.000.

 

Sin embargo, un mayor espesor también implica más peso, y con la reducción de 76 kg en el peso mínimo del coche para 2026, cada gramo será crucial. Por esta razón, los equipos buscarán minimizar el impacto en masa, considerando además la posibilidad de utilizar el mismo juego de discos traseros durante dos carreras consecutivas.

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Muchas incertidumbres: los equipos desarrollan guiados por distintas filosofías

Los frenos operarán en un monoplaza que utilizará aerodinámica activa (alerones delantero y trasero que se abren en las rectas para reducir la resistencia y se cierran en las curvas para aumentar la carga aerodinámica). Sin embargo, algunos consideran que esto no tendrá un gran impacto en la frenada, y que los neumáticos más estrechos tendrán un “efecto mínimo”, ya que compensan los menores niveles de carga aerodinámica del coche.

 

«El reglamento de 2026 será completamente diferente al actual en lo que respecta a los sistemas de frenado», declaró Mario Almondo, Chief Operating Officer de Brembo Performance, invitado en el programa de TV The Tech Formula. «No tendremos ni una sola pieza metálica igual a la que tenemos ahora».

 

Lo que está emergiendo en este momento es que los equipos están desarrollando ideas y enfoques sustancialmente distintos, especialmente en lo referente a los frenos traseros, donde Brembo ha recibido objetivos específicos de cada equipo sobre el comportamiento de la frenada y el efecto generado por los discos. Cada escudería, en función de la configuración de su unidad de potencia, ha proporcionado a Brembo parámetros muy diferentes para dimensionar los sistemas de frenado.

 

Más que nunca, algunos equipos están tomando caminos diferentes, siguiendo filosofías y simulaciones variadas. Esta divergencia de planteamientos podría desembocar en soluciones ganadoras o en errores de cálculo importantes. No es de extrañar que Brembo no descarte que algunos equipos tengan que rediseñar por completo el sistema de frenado tras las primeras pruebas o incluso después de las primeras carreras de 2026.

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Materiales y límite presupuestario

No se prevén cambios radicales en los materiales de los frenos para 2026. Los discos seguirán siendo de carbono-carbono, mientras que las pinzas continuarán siendo de aluminio, con un pequeño porcentaje de litio para mantener la resistencia del componente a altas temperaturas.

 

Actualmente, las pinzas de freno ya están muy cerca del máximo de rigidez del material permitido por la FIA. Esto significa que es objetivamente difícil ir más allá trabajando únicamente en los materiales. Sin embargo, se puede encontrar una ventaja competitiva en el enfoque de diseño o acercándose lo máximo posible al límite de esfuerzo.

La introducción del límite presupuestario en la F1 en 2021 también ha contribuido a una cierta estancación en el desarrollo de materiales, al menos en lo que respecta a los frenos. Los materiales actuales son resistentes, fiables, soportan altas temperaturas y ofrecen un rendimiento extremadamente elevado.

 

«No veo, ni siquiera en los próximos años, materiales mejores que el carbono-carbono y el aluminio-litio», afirma Mario Almondo. «Quizá podría aparecer una nueva aleación para las pinzas, pero el coste tiene que tener sentido. No puedes usar algo que cueste diez veces más para obtener solo un 5% más de rigidez. La F1 siempre ha sido cara, pero no diez veces más, porque no es sostenible».

Debido a todos los cambios reglamentarios, la F1 concederá a los equipos tres test de pretemporada en 2026, pero aun así será difícil acertar con los diseños definitivos desde el primer momento.