Brembo artífice del primer triunfo de los discos de carbono con lluvia en MotoGP

11/09/2017

 Decían que era imposible, pero para Brembo ni siquiera esto lo ha sido

El pasado domingo Marc Marquez ganó el GP de S.Marino y de la Riviera di Rimini equipado con discos carbono, a pesar de la lluvia que cayó durante la carrera. Una victoria inimaginable hasta hace solo unos años y que pone fin a la dicotomía carbono/seco, por un lado, y acero/mojado por otra.

Este triunfo ha sido posible gracias a la impresionante mejora de los discos de carbono Brembo obtenida en estos últimos años. Mérito de los procesos de producción que cada vez garantizan mayor precisión y del material empleado, mucho más evolucionado que el de los primeros discos de carbono.

Un resultado que confirma la impronta de Brembo por la innovación técnica. En más de 4 décadas de carreras de motos, Brembo ha conseguido acabar con algunas tradiciones arraigadas, presentando soluciones técnicas que parecían imposibles de realizar o incluso inoportunas y que, al final, se han convertido en la tecnología dominante.
           

 

 
 

Pensemos, por ejemplo, en la pinza monobloque introducida en Fórmula 1 en 1988 y, cuatro años más tarde, se presentó, con las debidas adecuaciones, en la categoría reina de las motos o la pinza con fijaciones radiales que debutó en las Aprilia 250 en 1997.
Sin embargo, ahora estamos celebrando el éxito de los discos de carbono en MotoGP.

A primera vista no parece nada especial, puesto que las motos de la categoría reina llevan décadas utilizando los discos de carbono. Pero, como muchos de vosotros sabréis, en caso de lluvia el carbono siempre ha tenido que ceder ante el acero.

La razón está clara: el carbono para garantizar un buen coeficiente de fricción debe adquirir temperatura y alcanzar, al menos, 250 grados centígrados, algo bastante improbable (hasta hace poco tiempo) en condiciones de lluvia y asfalto mojado.


 

A pesar de ello, en los últimos años hemos realizado algunos cambios que han modificado parcialmente el escenario.

Por un lado, las motos son más potentes y los neumáticos de mejores prestaciones, con lo que ha aumentado el esfuerzo requerido a los frenos incluso sobre mojado, contribuyendo a aumentar la temperatura de los discos de freno incluso en las carreras con lluvia.

Por otro lado, el carbono de los discos de freno Brembo ha ido evolucionando para ampliar el intervalo de la temperatura de funcionamiento.

Estos dos factores han contribuido a reducir cada vez más las distancias, en cuanto a prestaciones de los discos de carbono y de acero, en caso de lluvia.

 

 

El GP de San Marino de 2015 puso en tela de juicio las creencias existentes: la carrera comenzó en seco, pero a las pocas curvas empezó a llover, y cada vez más fuerte. Todos los pilotos de MotoGP entraron en boxes para el cambio de moto (con sus correspondientes frenos para lluvia), excepto Bradley Smith (Yamaha Tech 3).

A pesar de la bajada de la temperatura ambiental, sus discos de carbono no acusaron ninguna señal de deterioro y el británico terminó la carrera en segunda posición.
Desde entonces, Brembo ha intensificado los tests de los discos de carbono bajo la lluvia, pero dejando plena libertad de elección a los pilotos de MotoGP en cuanto a su uso.

Hasta que en el GP de Malasia de 2016, algunos pidieron probarlos para evitar el problema de inestabilidad del tiempo y de lluvia intermitente.



Al entrar en pista el viernes con los neumáticos de lluvia y los discos de acero, algunos pilotos empezaron a quejarse de las bajas prestaciones.

Marc Márquez quiso probar los discos Brembo de 320 mm de gama baja de carbono (protegidos con las tapas para mantener la temperatura) y se dio cuenta rápidamente de sus ventajas. Dos días después, la carrera se anuló por una fuerte tormenta y, a pesar de que la pista estaba inundada, el piloto español optó por los discos de carbono Brembo.

A la llegada, los técnicos Brembo analizaron los discos, la telemetría y escucharon los comentarios del piloto, que no había tenido ningún problema.


 

En realidad, para que el carbono funcione perfectamente hace falta mucha pericia, ya que en las primeras vueltas aún no ha alcanzado su temperatura ideal. Para solucionar este problema temporal, el piloto tiene que adelantar el uso de los frenos, pinzando unos metros antes de lo normal para aumentar la temperatura. Sin embargo, una vez superados los 250 grados, el coeficiente de fricción se estabiliza.

El acero, por el contrario, sufre con las altas temperaturas y al final de la carrera existe el riesgo de holgura de la maneta del freno, que puede llegar incluso a tocar el manillar.

Además, sobre mojado, el carbono no acusa problemas de par residual que, por el contrario, sí que puede afectar a los discos de acero. La fase de liberación es más repentina y garantiza la ausencia de arrastre del freno que buscan los pilotos.

En otras palabras, con los discos de carbono, cuando termina la frenada la rueda se libera de inmediato, lo que supone a una ventaja en términos de conducción.

 

 

En los últimos meses muchos pilotos han experimentado los discos de carbono sobre mojado, y han expresado opiniones de diferente tipo. La victoria del domingo pasado podría haber convencido incluso a los más escépticos.

Una vez más, Brembo ha visto una oportunidad de innovación allí donde los demás veían solo riesgos.