Por sexto año consecutivo, la penúltima prueba del Mundial de MotoGP se celebra en el Sepang International Circuit.
El GP de Malasia se disputa del 1 al 3 de noviembre en el circuito diseñado por Hermann Tilke e inaugurado en marzo de 1999.
Situado a 85 km de Kuala Lumpur, dentro de una plantación de aceite de 260 hectáreas, es el segundo trazado más largo del Mundial después de Silverstone y uno de los más difíciles para los sistemas de frenos de las motos de MotoGP. Aquí también se celebran las carreras de Fórmula 1, pero los frenos de los coches se someten a menor esfuerzo que los de las motos.
En el MotoGP, las numerosas apuradas de frenada, el alto porcentaje de tiempo transcurrido en la frenada y el clima tropical hacen que la gestión de la temperatura sea bastante difícil, tanto para los frenos como para los pilotos: el año pasado, durante la carrera, la temperatura del aire era de 34 grados y la del asfalto 53 grados. En 2016, sin embargo, la lluvia fue la protagonista de FP2, FP4, Q1, Q2 e incluso de la carrera: varios pilotos probaron los discos Brembo de carbono para evitar los problemas de variabilidad climática y lluvia intermitente.
Y, precisamente, ese experimento ha resultado ser decisivo para la victoria de Marc Márquez en Misano Adriatico y de Andrea Dovizioso en Motegi, bajo la lluvia, en 2017 con los discos de carbono.
Según los técnicos Brembo que asisten al 100% de los pilotos de MotoGP 2019, el Sepang International Circuit pertenece a la categoría de los circuitos altamente difíciles para los frenos. En una escala de 1 a 5 se le ha atribuido un índice de dificultad 5, el mismo valor que a los circuitos de Motegi, Spielberg y Barcelona.